Ser un mal jefe no se traduce automáticamente en ser una mala persona. Dirigir un departamento, una unidad de negocio o una empresa es una tarea abrumadora que requiere una gran capacidad de gestión. Mucha gente en puestos de responsabilidad cree que está dando lo mejor de sí y está fallando estrepitosamente. Al igual que no todo el mundo vale para emprender, jugar al fútbol, tocar el piano o cantar, no todo el mundo puede dirigir equipos con lo que ello conlleva. Si los puntos a continuación te describen o describen a uno de tus empleados, es posible que debas cambiar algunas cosas como gerente.
1. Trabajas a todas horas y te encargas de todo por miedo a que las cosas vayan mal si las dejas en manos de otros
El negocio o la empresa debe funcionar tanto si estás al tanto de ella como si no. Cuando estés de vacaciones y tu teléfono no deje de sonar porque debes aprobar cada movimiento y decisión de tu empresa, reconsidera tu estilo de gestión. Un buen líder debe delegar y orientar a otras personas para que sean igual de buenas que él o incluso mejores. La implementación de sistemas y procesos de negocio ayuda a empoderar a otras personas para realizar las tareas que sean necesarias, de forma que la ausencia de un individuo en una organización nunca debe estancar las operaciones de la empresa.
2. Te sientes amenazado por los éxitos de otros
Las personas son diferentes en muchos aspectos y tienen diferentes puntos fuertes. Nadie viene con el paquete completo, por eso las organizaciones enfatizan el trabajo en equipo. Un buen jefe debe animar a los demás a prosperar en lo que mejor se les da sin intentar reprimirlos, ya que no brillas más apagando la luz de otro trabajador. Debes crear plataformas para que sus jóvenes sobresalgan o se estresa cuando se nota su buen trabajo, es un jefe terrible.
3. Hay una alta rotación de empleados en tu equipo
Los trabajadores que no se siente cómodos en un equipo o valorados siempre están buscando otras oportunidades cuando trabajan con un jefe molesto. Si a menudo tienes que lidiar con renuncias y nuevos reclutamientos, estás haciendo algo mal. Revisa tu estilo de liderazgo.
4. Eres inaccesible
Los empleados se acercarán a alguien que sea accesible y con buen talante. Nadie quiere tener un encuentro con una persona tóxica cuando este sea evitable. Si permites que tus emociones se descontrolen y no atiendes a tus colegas, te conviertes en una sociedad limitada. Una forma segura de saber que eres un mal jefe es cuando te enteras de muchas cosas por terceras personas o de pasada porque nadie está dispuesto a informarte.
5. Pagas tarde
El pago atrasado de nóminas a tus empleados o de servicios/productos a tus proveedores es un chupador de moral. Nadie desea trabajar con alguien que no cumple a tiempo con los pagos que tiene pendientes. Es un inconveniente y puede ser costoso para el empleado si no puede pagar sus facturas a tiempo, ya que esto en algunos casos conlleva multas por demora. Si tienes el hábito de pagar los sueldos de tus empleados tarde por cualquier motivo, ten la seguridad de que no estarás en su lista de personas favoritas (y tampoco en la de tus proveedores).
6. Siempre tienes la razón
Independientemente de tu nivel de educación y experiencia, todavía hay algo que no sabes y que puedes aprender. Las personas engreídas no son susceptibles de enseñanza. Una actitud de “sabelotodo” es molesta, ya que te hace frustrar a las personas que diriges y que seguro saben algo que tú no sabes. Haz una autoevaluación y verifica la última vez que prestaste atención a un consejo, implementaste la idea de uno de tus empleados o aplaudiste a otros por un trabajo bien hecho.
Tratar con la gente es un desafío, liderar a otros es uno aún mayor. Como jefe, debes tratar de mejorar tus habilidades de gestión de forma regular. Con los puntos anteriores, puedes hacer una autocomprobación para evaluar si tus habilidades de liderazgo son insuficientes.